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Cúpula de la Capilla en la Casa Madre en Paris.

Historia de nuestra Fundadora

Eugenia Smet, escoge en la vida religiosa llamarse María de la Providencia, nombre que define muy bien el Dios en quien ella cree y en el que fundamenta su vida. María de la Providencia nace en Lille, en el seno de una familia de profunda fe cristiana, es una mujer de Iglesia.

Su experiencia de Dios se funda al caer en la cuenta, que Dios actúa en su vida personal colmándola de bienes, Él se le revela como Providencia. La relación que establece con Dios es de confianza y abandono total, toda su vida interpretó los acontecimientos como signos que él le ofrece para darle a conocer su voluntad.

Cristo se convierte en su amigo íntimo a quien desea amar y servir de todo corazón. Su fe es grande, su amor es comunicativo y todo lo espera de Dios “desde un alfiler, hasta el cielo” ella expresa su fe a través de las manifestaciones de su tiempo, es una época fuertemente marcada por la devoción a las almas del Purgatorio, Eugenia ve el misterio del Purgatorio como el camino hacia la plenitud en el amor incondicional de Dios.

Desde un corazón agradecido, desea responder al amor de Dios y así emprende numerosas acciones, con el único deseo de “Ayudar a toda persona vivos y difuntos a que encuentren en Dios su plenitud”.

El llamado y el deseo que habita a María de la Providencia la lleva a dedicar su vida “al servicio de los más abandonados de este mundo y del otro” y es así como da a luz la congregación de LAS HERMANAS AUXILIADORAS DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO, para que realicen una misión universal: “ayudando a todo bien cualquiera que sea”, buscando “ir de las profundidades del Purgatorio hasta los últimos confines de la tierra”. La congregación adopta las constituciones y reglas de la Compañía de Jesús, por lo cual se es fiel a la Espiritualidad de San Ignacio de Loyola.